Cuando un día me digas que me amas
y yo entonces suspire que ya es tarde,
sabrás tú si por tonta o por cobarde
no hilaste la razón de lo que aclamas.
El amor no es un arte que programas
en un prudente pecho cuando arde,
es un placer del cual hacerse alarde
que sin pensar acaso lo derramas.
No es una decisión languideciente
que ínfima y fugaz por su vertiente
se entrega en un prefijo a cuenta gota.
Es una sensación que se alborota
y la necesidad que se nos nota
de darnos sin dudar completamente.