La luna de mayo
se asoma en el cielo,
ya viene la noche
con luna y luceros.
La luna, coqueta,
no causa revuelo,
y llega despacio
con rimas y versos.
Encanta al poeta
y apaga sus miedos,
de amores difusos,
princesas y cuentos.
Hay dulces suspiros,
murmullos de ciervos,
que salen de noche
al quite y al celo.
También las chicharras
entonan al viento
las viejas canciones
que aplacan el miedo.
Y tú, mientras tanto,
sonríes, contento,
pues ves a la luna
mandándote un beso.
Sus labios de plata
susurran \"te quiero\",
y tú te estremeces
viviendo este sueño.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/05/24