Bajo el cielo encofrado, con una vida serena,
Sentado está el soñador con su carga plena,
un maletín desgastado, en su mano, condena,
sus sueños encerrados en esa caja ajena.
Aunque intermitente, un susurro de esperanza en su interior,
sus sueños, como mariposas, buscando su fulgor,
en ese maletín humilde, guardaba su tesoro mejor,
la promesa de un mañana más luminoso, de un amor mayor.
En cada callejón, en cada esquina, llevaba su bagaje,
sus esperanzas y anhelos, su único equipaje,
en ese maletín gastado, estaba el peso de su coraje,
la determinación de seguir adelante, sin paraje.
Aunque el tiempo haya marcado las huellas en su piel,
aunque el maletín esté desgastado, su corazón fiel,
sus sueños aún arden, como una antorcha en el vergel,
y en su viaje incansable, aún piensan en encontrar el laurel.
Así, con su maletín como testigo de su andar,
sigue adelante, no puede rendirse, sin cesar,
pues sabe que, en sus sueños, en su lucha sin par,
reside la verdadera riqueza, el único hogar.