Certitudes de Perogrullo.-
Le escribí con denuedo a unas mágicas miradas.
Eran unos ojos pardos, los tuyos, como los míos.
Te miré y vi cómo brillaban, al ritmo de la balada.
Malicié un drenaje de aventuras con su vocerío.
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Quería verme en el reflejo de tus pardas esferas.
Recordé las improntas maternas: ”Anda y mira”.
Entendí que, la osadía, te salva de largas esperas.
Con osadía natural habrá logro y, se evitará, la ira.
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¡Oh! Cuanto valoro esas herramientas libertarias.
¡Padre! A ti agradezco instruirme, sobre hombría.
También, qué aprobaras, las libertades necesarias.
Que me facilitaran identificar, sin dudas, las falsías.
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¡El ser humano tiene el derecho y deber de cuidarse.
Más aún, tiene deber, ante el obvio riesgo de, alejarse!