La verdad carece de rima sincera
pero hay cabellos que tienen la boca
de un beso,
el deseo etílico de un cuerpo liberado
de su carnal peso,
la gracia gutural de la niebla
sosteniendo la noche
despierta a la gloria de lo mismo
y desbaratando la textura del eco,
el poder visionario de la nitidez original,
la calle desbordada sin paisaje ,
la incomunicación de los recién nacidos
entre flores borrosas
con la atracción insectívora del parabrisas
tenue desnudez aromática
de quién hace de la noche
una hostilidad romántica
en la genealogía irreconocible
de los versos,
nadie está a salvo
tampoco tú
inaudito fetiche
de este círculo vicioso
aunque otra parsimoniosa tristeza
amaneciese excluyéndonos
como si fuera podredumbre el silencio
al pronunciarse
en este hechizo pelirrojo
con la entonación del sapo
y el apetito de la palabra coja,
que frustra lo poético
en un fuego fatuo
de cuidados cenicientos.