Todo lo que sé se difumina
sutilmente en mi ventana
sin que eso me degrade,
todo en vano lo que ansío
casi listo cada tarde
para darme lo que es justo
en la búsqueda impensable,
material de mi desdicha
que al fundirse me abre cauces
y me hechiza y pongo punto
a mi gusto a lo demás.
Me agosto en la espesura
cuando canta la comadre,
embutido en esta espuma
que se adapta a mí a lo grande,
contratado para arruga
pero vuelto hacia otra parte
comandante de la angustia
ahora puestos a invocar
la renuncia a ser un vástago inmortal
de aquel que escucha sin no más,
ahora siempre que la simiente se ha incrustado.
La vida es loca y miserable
cuando se agota tu esperanza
de que algo cambie
sin dar un paso más adelante
en la vorágine.