Soy un hombre cobarde que rehúsa la idea de enumerar todos sus complejos...
¿Y si miro al espejo y me veo?
Veo a un hombre derrotado… socavado por su percepción.
Veo y me doy cuenta de que ellos me superan, se enumeran en pálidos guerreros de barro negro.
Me atacan, me encierran en una jaula invisible que, con lazos intangibles, destruyen mis secas venas y dejan a mi blanco corazón a merced de mi mente
decadente, destellante, ferviente, perversa.
Me ganan… y se deshacen ante mi llanto, reflejo de la muerte eterna de mi corazón incesante.
Mueren, ellos se desvanecen, sabiendo que su muerte es su victoria y su victoria, mi muerte.