Soy humano,
un animal que habla,
que piensa,
que hace uso del habla
con bondad
y otras veces con maldad.
Las palabras no solo llegan al oído
y pasan a la mente.
En veces se meten en lo más profundo y no suelen olvidarse.
Son como espinas que logran encajarse,
que si las sacas podrían desangrarte.
Nadie nos advierte del peligro al pronunciarlas.
Nadie nos enseña que muchas deberíamos callarlas.
Solo son palabras.
¿qué puede pasar?
Se las lleva el viento.
El tiempo las borrará.
Pero ¡oh señores!
Que equivocados estamos.
Con las palabras armamos,
lo mismo que destruimos.
Decimos verdades
al igual que mentimos.
Podemos en verdad amar
y hasta fingir que sentimos.
En verdad quisiera
que unos sólo fueran animales.
Y no máquinas pensantes.
Si no simples animales andantes.
Porque unos parecen parlantes.
Y no hablan nada importante.
Solo de algo a veces hiriente
porque nos creen insignificantes
y a otros ignorantes.
Y eso sólo lo hace un arrogante
con aires de grandeza
que expone con sus palabras
su miseria y su pobreza.