La muerte enamorada
Siempre perseguí mi destino
sin mala cara a la tormenta
pude llegar a los cincuenta
con el sabor del buen vino,
recogí el polvo del camino
y puse flores en las ventanas
durante muchas mañanas,
la vida cambió el término
en el que se acabó lo divino
al sentir que hoy te marchas.
Entre bocanadas de humo
los poemas y canciones
nos sacamos las emociones,
disfruté siempre mis puros
junto a todos mis amigos,
el cine, el jazz y la rebeldía
de cuando me enamoré un día
de mi reina Isabel soñada
aquella muerte enamorada
que dejó de amarme un día.