Ofrece voluptuosa y fulgurante
su cuerpo marfilino y muy lozano;
que tiene el distintivo soberano
del beso más febril y estimulante.
Su abrazo es la caricia estrangulante
que trae de pasión lo más profano;
envuelta con efluvio gaditano
del místico clavel, tan excitante.
Sus senos son vertiente promisoria
que brindan de su miel la gran dulzura;
trayendo del Edén la sacra gloria
bordada en su magnífica figura;
que marca la celeste trayectoria
al cielo platinado de locura.
Autor: Aníbal Rodríguez.