Camino por la orilla blanca,
las olas murmuran sus enigmas,
las gaviotas reclaman su espacio,
mi respiración sigue el golpe de las olas,
emerge el canto bestial de un día.
Una estrella de mar,
juega entre las huellas de la arena,
sus brazos perdidos parecen regresar,
y quizás te preguntas ¿En algún lugar
nace una nueva estrella?
mientras la ciudad olvida las huellas
de sus vivencias.
Los habitantes ignoran las señales
que la libertad les deja,
volver a nacer es solo una brisa.
¿Como recuperar los brazos perdidos
y renacer como estrellas de mar,
libres, una vida en cada parte del cuerpo?
Los espacios cambian de lugar
los limites se diluyen con el tiempo
el aroma de unos pétalos embriaga
a los habitantes como una flor atrapada.
La fugacidad del destino como agua,
busca regenerar cada día,
su tejido se enreda en la violencia
deja las manos atadas,
cada día el agua se desliza incontenible,
gota a gota el rio no se reconstituye,
fluye como la liquidez de la existencia.
Una simple estrella crece…