Tengo miedo,
de mirar el fulgor de tus ojos.
le temo,
a esa ingente luz que despiden,
cúando inocente sonries.
Inefable ese mirar de horizonte,
donde temo naufragar en mi bajel aventurero.
Más, si escucho el preludio de tu voz,
esa voz que arrulla,
en acompasado trino del turpial.
¡Creo perderé la razón!...
Nadando en el fondo del lago de mis lagrimas.
Siento hundirme sin remedio,
en el remolino de tus pupilas.
Tengo miedo, ¡no de ti!
¡Tampoco de mí!
es miedo de la entrega de este hombre...
¡que si sabe amar!
Tengo tanto miedo, qué abatir prefiero,
las ventanas de esta Alma... ¡Tan Tuya!
Dr. Salvador Santoyo Sánchez.
15/05/2024.