Te fuiste muy de mañanita
y braviado que me dejabas, porque
yo no te podía dar nada, no te detuve porque estaba en lo cierto. Solo seguí mi camino y trabajando duro, como me lo enseñó mi padre.
Hoy que tengo mi sencillez, porque
no me falta el pan en la mesa, y tú
hasta la fecha veo que presumes
de grandeza; o acaso el día que me
vaya de este mundo me llevaré
lo que tengo?. Sólo soy felíz con mi
pobreza, y con eso es suficiente,
y bendecido de Dios es lo bonito.
Y tu regreso, quédate donde estás
porque en casa ni para compartir
una cena; mejor solo que mal acompañado.