Emil Cerda

4 monopolios

“Estaba hablando con mis tres hermanos monos: Monoposible, Mononormal y Monodoloroso encima del árbol que está enfrente a la Fidel Ferrer, sobre por qué son infieles de manera monumental. Monoposible me dijo: «Sebastián, sabes que mi esposa no es fea, es bien mona, pero ayer fui a atenderme con mi mono-dontóloga, y yo, sin querer, caí en sus muelas; fue una infidelidad acci-dental».

 

“Mononormal añadió: «¿A ti te pasó eso? Eso es poco comparado con lo que me pasó. Antes de ayer encontré a una mona que quería suicidarse con monóxido de carbono, rompí el vidrio del auto, la saqué del carro y ella me miró con sus ojos cerúleos, y le dije: “¿Estás bien?”; ella me respondió en monosílabas: “Sí”; y fue una infidelidad fundamental».

“«¿Ya terminaron?», cuestionó Monodoloroso: »tras antes de ayer, conocí a una mona hindú monoteísta que estaba redactando su monográfico en ISMONOMAIMA; ella me dijo que la verdadera religión es el mono-zoroastrismo, y yo le refuté diciéndole que es el mono-cristianismo, en un mono-dilema se besaron nuestras mono-ideas; y sucedió una infidelidad argumental».

 

“Vino una mona bisexual al coro, y exhaló: «Guaremates, cuatro días antes de hoy, vi dos sayayines conmovidos por Vados, en su actitud de genuflexión estaban encorvados, pidieron un deseo antes de que su ansiedad los mate. Solicitaron que la poligamia sea un binomio al cuadrado, donde x sea un término hetero y la y no binario, y que el exponente sean dos actores de monopornhub sacados.

 

“Todos ustedes merecen estar en un bizarro manicomio, y que el jefe sea un bizco cacoquimio que ha comi’o cincuenta y nueve praseodimios. ¿Viste? Ni el bistec bíblico contradice tal constructo social bilateral que tiene un pasado reconcomio».

 

“«¿Y qué tú te cree’?», mis hermanos le vocearon a coro. «Triunfa bravamente el tridente que tu novio te puso por sos ser negligente. Al menos somos honestos, somos una tribu que triplica el tripletazo de pseudo-fieles que falsamente duran treinta años de casados con ustedes. ¡Lentamente mueren convexamente!»

 

“No aguanté escuchándolos hablar boñiga, y los interrumpí enseguida, porque yo no había emitido una palabra en toda la tertulia. «Os respeto su ideología, empero, con todo respeto, ¡qué agudeza tiene la bruteza que serpentea en el cuadro de antivalores que albergáis! Salomón, con mil monas, al final quedó solo sin cuadrinietos que cuadriplican la faz de Santo Domingo Este; Dios le dio la lección por haber olvidado su propósito hermético y artístico escondido en una maleta de su ático. Se entregó al placer y entró al cuadrilátero, peleó en una batalla invencible con quien pensó que ganaría sin cronómetro. Yo prefiero un amor normal, no mágico; sentimental, no óptico; irracional, no lógico; doloroso, no médico; incondicional, no cítrico; no avaro, pero sí bidireccional; bíblico, no infernal; judaico, no promocional».

 

“La mona, en un episodio maniaco me besó, y me preguntó: «¿Cómo te llamas?»; y le respondí: «Monógamo»”.