Llegó a la escuela un día,
llegó dispuesto a enseñar,
pero tenía muy poco que dar
porque muy poco sabía,
más bien, quería trabajar.
Impacientes por el calor
y mirando por todos lados,
los niños apretujados
querían escuchar al profesor
porque por algo, lo habrán mandado.
Y para ayudar siempre presto
entre pizarras descolorida,
buscando siempre una salida,
se fue curtiendo el maestro
con mucho amor, por la vida.
Eran los tiempos de antaño
con muchas cosas que hacer
a veces a medio comer
y sin poder escalar peldaños,
el maestro, empezó a retroceder.
Autor Versos finitos