Te mostré mi debilidad, sin saber qué esperar,
era la preocupación, que no supe disimular.
Ahora estoy pagando las consecuencias,
de un alma desnuda, sin pretensiones ni apariencias.
Abrí las puertas de mi ser, sin temor al dolor,
mostrando cada rincón, cada sueño, cada color.
Pero la preocupación, como sombra se cernía,
y en las consecuencias, mi paz se perdía.
Aun así, no me arrepiento de mi sinceridad,
pues cada cicatriz cuenta la historia de mi verdad.
Y aunque pago las consecuencias de mi vulnerabilidad,
es la autenticidad la que da sentido a mi realidad.
Así que seguiré adelante, con mi preocupación a cuestas,
aprendiendo que incluso en la debilidad, hay fortalezas.
Y aunque las consecuencias sean un precio a pagar,
es en la honestidad donde me vuelvo a encontrar.