Ese no es el hombre que me cantaba arias.
Ha perdido la voz entre bares y mala gente.
Viene viviendo como si fuese un triste paria.
En verdad, no queda nada de aquel valiente.
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Vino vicioso desde el regreso de las Canarias.
Se volvió vulgar y, además, muy imprudente.
En verdad, ya me cansan estas peleas diarias.
Es que se volvió un sujeto común y corriente.
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La vida, decía mi abuela, es para ganar ganar.
En verdad, ya voy perdiendo, hasta la alegría.
Razón tiene mi mamá, al exigir de mi cordura.
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No debes estar con alguien que vas a odiar.
¡Para qué irse, con el que te roba tu energía
No se ama a aquel que, afea, tu hermosura!