La vida se nos fué en un solo suspiro,
Los sentimientos se evaporan,
Dejaron de ser vívidos.
¿Qué haces regresando cuando encuentro mi alivio? ¿Gustas compartir el té otra vez?
Quedamos en hablarlo por una última vez,
Pero me dejaste esperando, confiando y esperando sin beber mi dulce té.
Frío quedó, no lo disfruté,
Toda la esperanza hace mucho que se la llevó al amanecer,
Cansancio y nostalgia, esas son las ruinas del atardecer.
La vida es demasiado corta como para morir de desamor,
Y eso nuestro murió más de una vez,
Y aunque ese cariño vuelva a latir alguna vez,
No es más que ese exceso de nostalgia,
La nostalgia que en soledad visitaré,
Anhelando no volverte a ver,
Sollozando por mí otra vez.
No entiendo esa mania tuya,
Que romantiza el dolor,
Que usas para alimentar cualquier ilusión,
Al punto de hacer dudar cualquier muestra de afecto genuino,
Frustrando cada recuerdo,
Regresando con pesar cuando incluso perdió el sentido,
Buscando acaparar el amor de todos,
Y todavía queriendo el mío,
Aún después del daño que nos hicimos,
Cómo si jamás fuera suficiente,
Siendo más costumbre y sentimientos ausentes,
Impulsados por el miedo al abandono,
Y por el consuelo gratuito.
La vida es una montaña rusa, un sube y baja de emociones,
La confianza es una ruleta rusa, con la que nos disparamos incontables veces,
Ironía de la vida, y aunque me embriague tu forma de ser,
No quiero saltar al acantilado por ti, pues ya viví aquello que evitabas vivir.
Sin duda existe un enorme riesgo, y quién no arriesga no gana,
Parece que ganaste después de perderlo todo,
Después de nuestro baile nocturno,
Recuperando y perdiendo,
Nuestro Vals de la Frustración, que se esfuerza por jamás acabar, ni con cansancio, ni con dolor.