Cuando me gane el sueño y tu figura
aparezca rondando mi ilusión,
sabré que mi plegaria y tu dulzura
han abierto la nueva percepción.
Las estrellas no siempre son del cielo;
algunas rielan grácil en la tierra,
y al verte merodeando mi riachuelo
caigo en cuenta de todo lo que encierra.
Agradezco el camino, ángel mío,
guardas en lo profundo un gran amor,
y yo, que sigo siendo gota… río,
pues me pierdo en tu mar, en tu calor.