Acércate despacio hasta mi cama;
olvídate del tiempo y de la hora;
arráncame la ropa sin demora
y viste mis deseos con tu llama.
Ya siento que mi cuerpo te reclama;
entrégame tu fuego que devora;
conviérteme en profana y pecadora
y juntos arderemos en la flama.
La noche guardará nuestro secreto,
y ya cuando amanezca el nuevo día
verá nuestros dos cuerpos en reposo.
Seremos ese amor que va discreto;
amor que se convierte en melodía
volviéndose en la noche escandaloso.