Princesa, acaricio el camino donde nacen tus pasos
observa, hay convicción en los colores del ocaso
aunque no me perdones, no bebas el resto de mis lágrimas en el culo del vaso.
Voy a respetar el mandamiento y cuidar tu voluntad
sana, aunque prevalezca el temor de que me haya ido de la ciudad
no frunzas el ceño sin llorar de verdad.
Cuídate y no te desveles en dolores repentinos
no creas en los días nublados infinitos
con desventuras de viajes salinos
te quiero y deseo que hagas lo mismo
Ya sabes, el sol nace aún en aguacero
las flores más bonitas viven fuera del invernadero
inventa las reglas de la vida y su solemne juego
tu dulce mirada es mi navío y ante un mar bravo, más bravo es tu marinero.
En el mundo habitan de la mano
el amor propio y el amor verdadero
princesa, lo único que quiero
es que te quieras
como yo te quiero.