Tesoro, rubio tesoro.
Tesoro, rubio tesoro;
orgullo de mi existir,
por ti yo quiero vivir
porque te quiero y te adoro.
Eres luz de mí razón,
la que da vista a mis ojos
apartando mis enojos
templando mi corazón.
Siendo el día más feliz
desde la unión con tú abuela,
cuál blanca paloma vuela
hacia inmaculado cáliz.
Blanca luz de primavera
lo mismo que tú vestido,
que desde el cielo ha venido
para estar siempre a tu vera.
Serán mis ojos cansados
los que no alcanzan a ver
un cuerpo ya de mujer
por los años que han pasados.
Es el brillo de tu pelo
cuán rubios rayos de sol
desprendidos de un crisol
que por ti tienen desvelo.
Recogidos en tú trenza
te forman una corona
que a muchas reinas destrona
con tu juvenil belleza.
Estás llegando a Jesús
en el día más hermoso
con tu cuerpo esplendoroso
brillando como la luz.
Vestido blanco azucena
luciendo va tu hermosura
en esa tú alma tan pura
para compartir su cena.
Novia de pequeña edad
blanca por fuera y por dentro
hoy tú llegas a su encuentro
hasta los pies del altar.
José Ares Mateos