Tuve que ir caminando a campo abierto.
Millas he caminado para ir a encontrarte.
Caminé mil leguas con el pecho cubierto.
Yo nunca supe por qué, no podía dejarte.
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Anduve sola, con mi llanto, eso es cierto.
Mi gran dilema, era el dejar de pensarte.
Para no pensar oía, las aves en concierto.
No sabía cómo negar el deseo de besarte.
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No supe cómo me fui enamorando de vos.
Ahora, miro atrás y me horroriza pensarlo.
¿Qué pasaba por mi cabeza y mi corazón?
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Me lo decía mi madre y, aún, oigo esa voz.
No puse atención y hoy tengo que dejarlo.
Somos bobos al no oír, del padre, su razón.