Se Romperá quizás,
la Noche en su Negrura.
Se Romperá tal Vez,
en Trizas el Alba.
Equinoccios Indecibles Supuran
el Melancólico Resbalón que Morderá tal Vez,
Bendecido,
tus Veredas Ignotas, Sordas y Ancladas.
El Lodo Enmohecido No Soltará esa Última,
Perdida Caricia,
No Se Arrugará la Tibieza
de esa, la Calidez Anhelada.
Encendé Ahora! los Velones Apagados
de aquel Lejano, Borroso
y Ahumado Instante.
Cae Ya! el Astro en su Ocaso,
sin Oropeles ni Medallas,
Ennegreciendo y Suspirando
las Sábanas del Día,
entre Versos Mudos,
Sin Cruces ni Escapularios.
Torpe Cansancio de Tropezar mil Veces
con la Pena Muda entre los Labios.
Se Desparrama el Pasado
Y las Sendas Mustias, Amuradas.
Vida y Espasmo del Dolor
que Rasguña Transparente
el Mutilado Hueso del Ser
Anulando Ausente
su Propio Epitafio.
Fin Amargo y sin Brújulas
en la Preñez de este
Delirio-Verso,
en lo Lento del Dolor,
y en el Final,
que Agranda la Aérea Luz,
de la Tiniebla Embriagada,
de Tu Sombra Constante,
tu Luz,
tu Nube,
tu Flor,
el Fulgor,
tu Lerda Mirada...
(Patricia)