Quisiera morir, pero que sea una muerte de a pedacitos.
Rebanar todo mi cuerpo en grandes lonjas, y remojarlas en vinagre, el más agrio.
Una vez echo todo esto, exhumar mi cerebro y hacerle un machitún, desgranarlo como una granada y hacerlo explotar en miles de pedazos de pensamientos sucios e inverosímiles, sucios y perversos de esta bucólica realidad.
Realidad que deja de ser realidad en el pecado, verdad que no es verdad porque en realidad nadie quiere pecar ni ser vano, nadie quiere sufrir, nadie quiere llorar, nadie quiere ver esta realidad, poco cierta, poco pura por lo demás, nadie quiere envenenarse de diablos, nadie quiere que le susurren al oido los perversos ideales de esta carne, que no deja de ser carne con vida o sin vida.
Mi vida esta lejos de mi carne, pues aparte y aparte de tanto vuelco y caídas, un hilo perdura siempre aporreado y apedreado en un rincón desesperado, esperando y esperando la salvación o la nada.