Serena estaba la tarde.
tranquila, tan inocente.
La campiña caliente, arde.
Altivo sol inclemente
La flor al sol le decía,
debes irte que me quema,
el sol, no le obedecía.
No sé nada es tu problema
La florecita llorando,
triste sus ojos cerraba.
La nube negra mirando.
Tapó ese sol, que gritaba,
¡yo sólo estaba jugando!,
¡un juego que la besaba!.
Al que ruega, hacerle caso,
de no ser así al fracaso.
Dr. Salvador Santoyo Sánchez
18/05/2024.