Gonvedo

SYD

Sonaba en tu pecho un corazón entre aguaceros

como un animal de puro gozo o un río enjambre

de vientos suicidas. Parecían tus ojos gemas enterradas,

caleidoscópica forma en los altares del sonido, fulgor

de arpas de hierba como celestiales cascabeles en la noche

de los arpegios. Busco en tu palabra vigorosas áncoras

como narvales batiendo las aguas en la acuarela del sueño,

o pecios hundiéndose en los párpados de lejanos océanos.

La soledad un humo de amapolas y líquidos cristales,

risa de clavicordios, llanto de violas, hoy marejada de pájaros azules

en la sed de la garganta. Sobre tu vientre tatuados los huesos

de las fieras de otro tiempo. Solo la muerte conserva la etiqueta

en un brindis de sombreros de copa.