Siguen volando sueños en la pena
nocturna y en las patas de los búhos.
Siguen dejando el vicio de una estela
cual gusano surcando el alto mundo.
Siguen los sueños tiritando al punto
de ser hastío a mis ojos que pesan.
Siguen sangrando venas en lo abrupto
del tálamo sensible a la quimera.
Solo siguen sin ser más que preseas
del consuelo del sueño irresoluto;
la caricia mal ávida que cela
a la más real que vive entre lo puro.