En el silencio, donde las palabras se desvanecen,
tu aroma persiste, impregnado en mi piel,
como un recuerdo dulce y sutil,
un suspiro que se niega a desaparecer.
Seré la sombra que te sigue sigilosa,
acariciando los rincones de tu ausencia,
mis dedos rozan los espacios vacíos,
donde alguna vez tus manos encontraron refugio.
En la soledad, me permito imaginar,
que aún puedo tocarte, sentirte cerca,
que tus labios rozan los míos en un beso furtivo,
y que el tiempo se detiene en ese instante
aunque solo yo me lo imagine.
Tus ojos, como estrellas en la noche,
me guían a través de la oscuridad,
y en cada silencio, encuentro consuelo,
pues sé que existes en algún rincón del universo.
Gracias por darle vida a mi vida,
por ser la melodía en mis días grises,
aunque solo sea en el eco de mis pensamientos,
en el susurro del viento que lleva tu nombre
aun no dicho.
Así, en el silencio, te encuentro,
y en cada latido, te llevo conmigo,
como un secreto compartido
con la luna, una emoción que trasciende las palabras.
Con cariño,
Francisco Gaitán Downs.