Sí, te recuerdo callada,
emergiendo de tu mundo
en un instante fecundo
de primavera temprana.
Añoro, así de repente,
los besos que tú me dabas
ungiéndome de esperanza
y despejando mi mente.
Te venero y te respeto
con ternura y con templanza
buscando dentro de ti
palabras de amor, palabras.
Qué infinito hay en tus ojos
en esta noche estrellada
que frescura hay en tus manos
cuando acaricias mi cara.
Como el frío y la hoguera
quiero tenerte cercana
mirándote fijamente
manteniendo la mirada.
Y en ese instante de amor
reír sin decirnos nada
con silencios penetrantes
que nos traspasen el alma.