En la mesa dispuesta, danza el festín encantado,
manjares exquisitos, en cada plato, hallado.
El aroma seductor, en el aire se desliza,
la comida, en su esplendor, es mi dulce brisa.
Delicias preparadas con amor y destreza,
sabores que acarician el alma con firmeza.
En cada bocado, un viaje de placer,
la comida, mi refugio, mi más fiel querer.
En su ser, halla mi corazón su deleite y aliento,
mi dicha, mi bálsamo, mi abrigo en el tormento.
En su aura, la existencia se torna festín sin par,
pues ella, mi amada, mi festín, mi destino singular.