El tiempo corre y no se detiene
y luego se extraña a quien ya no se tiene
deseas detenerlo, pero ya no se puede
abrazarlo en tus sueños, talvez se concede.
Pueden pasar uno o más años
y aún así, tu mente dice, te extraño.
Son los recuerdos, espada de doble filo
pues al recordar y no tenerlo
tu alma se hace un hilo.
Pero hay una promesa interesante ,
que un día podrás ver a ese ser importante
es la promesa de Jesucristo
y un día volveré a abrazarte,
eso está previsto.