SORPRENDIENDO.
Sorprendiendo a la libertad, un ojo se da por visto al enfrentarse con una mirada simple, arriesgada y fija. No es cosa de uno, es cosa de dos... de dos que se ven de pronto y que nunca se dicen tanto, pero ciertamente se dicen más.
Se soprende la liberdad. Se sorprende todo lo dicho y todo en un palpitar.