Ocupando los renglones, en hojas fugaces,
Escribo con la tinta que aflora de mi piel,
Con aquello que permanece un instante,
Y luego muere descartado,
En el gruñir de la espesura del poeta sin talento.
No son metáforas, ni ilusiones;
No son versos o canciones,
Son juegos, para que el alma
Pueda sobrellevar el tiempo,
Que inexorable va marcando los días
Y sella las noches, en un martilleo
Continúo de horas, minutos y segundos.
Son versiones de una entelequia medieval,
Que se levanta al alba, como un sonámbulo
Y espera transparentar las viejas ideas,
Que se van requebrando en el fondo del ser:
Son la síntesis de una existencia post moderna,
Que ha estilado un tiempo, para hacer corpóreo,
Los fantasmas que acechan en las horas poéticas.
Son las frivolidades de un día cualquiera,
Que no alcanzan a levantar el sueño
Y se va por la alcantarilla.
Son las largas esperas del tiempo,
Que ha sumergido las ansias
Y colocado una pragmática forma de ser
En el ocaso de un otoño enfermo.