Roces, miradas, bocas, pasión;
moría el día, el sol cayó;
luz tenue, vino…, solos tú y yo,
nacía un beso en aquel rincón.
Música suave, letras de amor,
yo era tu acorde, tú mi canción;
ropas al viento, murió el pudor;
quieres, yo quiero, no hay discusión.
La luna amiga con gran fulgor
brindó su brillo con discreción,
y las estrellas en su esplendor
iluminaron aquella unión.
Y nació el beso, nació el amor,
fuimos antorchas en el sillón;
yo fui amazona, tú gladiador,
la lucha a muerte fue salvación.
Y desde entonces se oye el clamor
de amor y besos en el rincón,
que entre batallas, luchas, sudor,
nacen de noche en aquel sillón.