Veo pasar mil trenes desde el borde del andén…
Salen a tiempo siempre, sin apurar las horas:
minutos que transcurren parsimoniosamente,
mientras alguien se aleja taciturno
sabiendo que volverá en unos días…
...
Y vuelven cada semana nuevos tiempos: vueltas de tuerca...
Y un sube y baja irrefrenable en la penumbra por las tardes…
El aire que respiro rodea sus cabellos mientras me mira…
Y otra vez, de nuevo, la misma sensación de improcedencia…
...
Jamás imaginé, al correr del tiempo, tal cúmulo de esencias casuales…
Mas cada vez que pasa por mis ojos, escucho su mirada,
irónica por tiempos, y tantas veces cierta... mas siempre abierta,
mientras me escondo en mis propios pensamientos…
...
Pero avanzando el tiempo bajo el cielo,
cual marioneta rota sin gobierno
que pierde los papeles, día a día, buscando sin tregua una salida,
presiento que descubro, sin quererlo,
la puerta del final de esos momentos, y avanzo hacia un ocaso sin lamentos…