En la quietud de la noche, tu voz resuena como un eco,
un susurro de añoranza que en la brisa se desvanece.
La luna, testigo silente de tu soledad compartida,
baña con su luz tus palabras, dándoles vida.
En la aritmética del amor, cada recuerdo es una suma,
Que en el balance de la noche, pesa y a la vez, perfuma.
Como las olas que besan la orilla y luego se retiran,
así son los momentos que, aunque fugaces, inspiran.
Tu corazón, ebrio de tristeza, aún guarda la esperanza,
de que el amanecer traiga consuelo a su danza.
Y aunque la sonrisa que anhelas parece distante,
su curva es el camino que a seguir te invita, constante.
Que la estrella más brillante en el firmamento oscuro,
sea la guía que a la calma lleve tu sentir puro.
Y en esta noche eterna, donde clamas por un signo,
que su luz sea respuesta, y en tu pecho, abrigo.
Así, eme aquí, respondiendo al llamado de tu verso,
con un corazón que, a través de las palabras, te abraza inmerso.
Que aunque la distancia imponga su cruel barrera,
la poesía nos une, en esta noche sincera.