DIME, POEMA
Cuando me mira la página,
blanca, como nieve nívea.
La mente inquieta respira,
ante la blanca mirada.
Entrecortado el aliento.
El corazón se acelera.
Y cientos de pensamientos,
se agolpan en la sesera.
Las letras bailan furiosas,
en la mente, que se altera.
Y el magín, así comienza,
a desbrozar lo que piensa.
En caminos tortuosos,
titubeante se acerca.
Con los pasos sigilosos,
de un felino, del que es presa.
Y se hacinan las ideas,
en la mente, que es la cabeza.
Como un tropel de alas blancas,
que en derredor, vuelan, vuelan.
Con las alas del misterio,
que sin parar sobrevuelan.
Verso, que nace del vuelo,
de las bailantes ideas.
Así, comienza el sendero,
por donde el verso camina.
Para alcanzar al poema,
que sin aliento te espera.
Travesía llena de riesgos,
de trampas y recovecos.
Lentamente, construyendo,
cada frase, cada idea.
Y en ese duro camino,
cada paso es una huella.
Cada suspiro es un verso.
Y en cada pálpito suena,
una melodía, que es bella,
de lo que será el poema.
Así, cada estrofa es el sino,
que, hacia el descanso, te lleva.
Amores hay, como el blanco,
de la página que observa.
Ángel L. Pérez ®
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24/05/2024