El sol que alumbra tu destino
se olvidó del mío.
Ambos bifurcaron su camino
siguiendo resplandores amarillos.
Oro no quiso que conmigo
desbordar a amigo;
contigo acaricio su brillo
tus sueños y castillos;
se olvidó que era contigo;
que éramos contiguos,
y de nulos infortunios.
¿Porque fugo la luz
de ese sol que pretendía a ambos cerca?
Fue porque permaneció
aquel rubro de enemigo
desde el inicio hasta el fin de nuestro idilio.
Y como poeta de versos tan sencillos
que podía hacer a tu pedido de dorados bríos.
Y se partió mi destino con tu huida,
te encandilo un atractivo sol altivo
iluminando tu mano con anillo.
Así, bajo sombra y descobijo en mi destino;
aunque poeta sin sol yo te bendigo.