¡Cuánto me gusta el helado!,
más, si tiene chantillí;
con sirope de caramelo
y con lluvia de maní.
El de óreo me encanta
y como hasta reventar;
no me pidas ni un poquito
porque no te pienso dar.
De naranja y mantecado,
una mezcla muy cremosa,
con trocitos de galleta
queda mucho más sabrosa.
El de café es mi delirio
y me lo como a escondidas,
no dejaré que me veas,
pues no quiero que me pidas.
Comiendo helado de coco
yo parezco un cocodrilo;
viendo una serie o leyendo
me puedo comer un kilo.
Helado de chocolate
es el que menos me agrada,
pero sí amo el chocolate
de almendras o de avellanas.
Los cítricos, los cremosos,
todos son una delicia;
si me das uno de nata
lo como con avaricia.
Total que todos me gustan,
no les hago distinción,
y con estos calorones
el helado es bendición.
En barquillas, en palito
o servido en un platillo,
para cuando te des cuenta
yo ya me lo habré comido.
Si quieres verme contenta
y muy feliz a tu lado
invítame a una comida
y de postre dame helado.
Eso sí, mi helado es mío,
y con eso soy celosa,
no me pidas, que no doy,
porque yo soy muy golosa.