La piel de una música, tejida en silencio,
con notas que palpitan bajo la luna llena,
el sollozo del jazz en la noche serena,
la caricia de un saxo es la que agencio.
La piel de una música, vibrante, conduce
al abrazo del ritmo, la pasión que se agita
con el beso, la melodía que en el aire incita
en cada acorde…, la armonía seduce
la piel de una música, suave , complaciente,
se estira, se contrae, en la danza vibrante,
es el eco de un piano, y la voz del cantante,
que improvisa la noche, lírica y ardiente.
La piel de una música, sutil y creciente
envuelve hasta el alma, en espiral calcina
el lienzo, se pintan las emociones, culmina
la obra maestra, con un rítmico silente.