Octosílabo sin esquema de rima.
Oigo rugir las paredes,
tiemblan por desolación,
echan de menos los gritos,
las riñas en el salón,
se acabó la algarabía
y un silencio atronador
pasea por los pasillos
con aires de gran señor.
¡Llora conmigo viejito!
Ya no huele a discusión ,
ya se marcharon los niños,
quedó la casa vacía,
¡solos quedamos tú y yo!
Miro hacia el jardín y veo,
¡nada veo!
El caballo de cartón
despeinado y ojeroso
llora triste en el rincón,
le besa el jazmín sus crines
le miman las azaleas
y una rosa perfumada
le acaricia el corvejón.
¡Llora caballito llora,
como llora el alma mía!
¡Llora tú conmigo llora
uniéndote a mi dolor!
¡Quedó la casa vacía!
La Barbi gime en el suelo,
lleva rota la esperanza,
lleno de barro el cabello,
sin mangas la camiseta
y en los ojos una balsa
de llanto por desbordar.
En su bolso mira y mira
mira sí, pero no encuentra
una carta que le diga.
¿por qué se marchó la niña
sin venir a despedirla?
No llores mi Barbi linda,
no llores mi muñequita,
únete al caballito,
a mi viejo y su candor,
que sea el silencio un canto
para engañar el dolor!
¡Hagamos risas del llanto!
¡Hagamos algarabía!
¡Qué no se entere la casa,
no se entere por favor,
que ya se quedó vacía!
Mercedes Bou Ibáñez