(Soneto clásico)
Amiga, tú que tienes donosura
en el profundo brillo del diamante
y una embriaguez, en alma de estudiante.
Tú, que desbordas presta la ternura…
Apiádese de mí, con la premura
de quien desea un beso alucinante.
Dirija su saeta, pues amante
es mi pluma a su numen de ventura.
Amiga, lo que envuelve el sentimiento
y lo que oculta siempre la amalgama,
es lo que fluye libre con el viento:
Un ardor que me dice que la ama,
una punzada roja, es lo que siento.
Deseo ser su verbo… hermosa dama.