El poeta no ha muerto.
Vuelve al mundo a través del verso.
Hay énfasis, persistencia,
fuerza para seguir.
En medio de las sombras
buscaba la luz de sus ideas.
Se paró en el ocaso
y con las manos mustias
detuvo aquel silencio de la inmutable poesía.
Pensó en escribir un drama,
quizás un epigrama.
Crear una épica histórica o una triste .elegia.
Trato de convencer a la musa
que le inspire algo diáfano, algo níveo
que se adentre en la bruma
de sus más caros anhelos
Pidió ayuda a la luna,a las luciérnagas,
al búho, a las estrellas,
al grillo intermitente ,al eco del silencio.
Vio el amanecer.
Sintio la frescura del matinal rocío.
Se perdió en la espesura del bosque,
el serpentear del río, el vuelo de las aves.
Se arrebató en el mundanal ruido
con las noches de lentejuelas,
el derroche de la risa, el tintineo de copas.
Le enterneció el llanto de un niño
al ver la luz del mundo.
Se le estrujó el pecho
con las manos sarmentosas de la
anciana desvalida,
la mirada perdida del infeliz rapazuelo
en la calle encementada.
Ante esta gama de ideas,
cálidas y frías sensaciones,
profundas cavilaciones.
El poeta tendió el papel,
cogio la pluma.
Plasmo con ellos en mágica sincronía
entre el verbo y sustantivo,
la sintaxis y la semántica,
la metáfora y la rima,
aquel poema que anunciaba,
no importa lo que decía,
su retorno a la poesía
y a los poemas del alma.
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