Danny McGee

BAILAMOS.

BAILAMOS.

Bailamos un último tango: el de la tristeza ella y el de la tristeza yo. Y aun cuando bailamos la misma melodía, nuestras lágrimas no se juntarían para ser un discurso en el alto caracoleo del viento.
Un último tango, una última vista a la ciudad de Buenos Aires, en barrios donde el arte pertenece a los salvajes.

Sus ojos alcanzaron la última luz del día y los míos vieron la grieta de la noche de la partida.
Un alma dejó la estela que brilla en los charcos altos, y toda la primavera se fue a recordar un tango.