Como caracol
muerdo el sol
postizo
al son
de este diapasón
interesante pero real
sueño con un planeta estéril o fatal
donde solo sea eterna la flor
dócil en el colorido final
de la perla maternal,
en cuyo reflejo
siguiendo su impulso
me regocijo
al antojo,
sobre los pezones extraviados
del corazón,
latiendo volcánicos
en el tórrido sonido
del malecón,
un Mediterráneo soso
de solo un sorbo
nos hace oídos sordos,
como el cascabel
de Luzbel
lluvias de sapo
saltos de rana
salpican la montaña
de sangre inmaculada
arrojada al oleaje impío
de otrora un tajo
que fuera mío.