En un barco sin rumbo, sin capitàn y sin escotillas una tropa de desesperados agoniza su noche blanca. Burbujas de marmol sacuden la proa. Los vientos son tantos y tan tontos, pero golpean sus rostros ausentes y azules. La luna lagrimea un nectar de acuarela tenue lechosa. La muerte subiò al mastil y gritò Basta!!! A ese oceano inquieto y anaranjado que es destripado por un ancla sediento de puertos. Las algas abrazan su cuerda