Pensaba yo
que ya estaba todo hecho,
que se acababa el domingo,
y que volvía al lunes,
con la singularidad concreta
de que había ganado un día,
de los de vivo
y perdido otro,
de los que me quedan
hasta que me haya ido
de este mundo.
Pero vino el caso
que entre truenos,
que estampaban en el cielo
un mapa de rayos encendidos,
con matraca de música incluida,
he visto hoy,
un accidente en cadena,
en el que estaban implicados,
quince o veinte vehículos.
Todo este agrio tema,
me hace retornar
al principio de este poema,
\"pensaba que ya estaba todo hecho\"
para seguir diciendo,
ahora si que hay motivos,
que la vida vale mucho.
y que yo quiero seguir corriendo
por todos los lugares
donde mis ojos vean algo,
con que llenarme de vida
como si fuera un hermoso botijo.
Entre sirenas de coches de policía
y luces de diferentes tipos,
azules, amarillas, intermitentes,
ambulancias y abrazos
de quienes han salido
de este lamentable accidente vivos,
me he sentido pequeño
y hasta ridículo,
sin más filosofía encima
que el saber
que no me ha llegado el turno.
Toca aunque sea domingo,
volver la cabeza atrás
para recordar
que en este desenfrenado ir tras
de algo que intuimos,
con la muerte ella desnuda
sirviendo de libro de cabecera
y de abrigo,
debemos pensar
que en cualquier cuneta,
de esas que nos puede poner
como castigo el destino,
nos podemos quedar
con ese último poema querido
recorriendo
las simas profundas de lo desconocido.
Si esto ocurriera es un alivio
el saber que hasta después de muertos
podemos ser,
por tiempo indefinido,
poetas en el cielo,
infierno o limbo,
en la tumba
o ya las cenizas en la corriente
de un río,
pues las bacterias
de nuestro organismo,
Deinococcus radiodurans,
también presentes