Haz Ámbar

Bueno de narices

Convencido de mí mismo

yo te digo que te he visto

y me reservo aquí algún gesto

todo puesto y en mi sitio,

de tanto que ya ni apenas me desquicio

cuando pasan las sirenas 

al final del laberinto 

encontrándome sereno

ya premiándome al ser bueno

de narices,

tan asiduo a lo que suelo

usar por mecanismo

y brindándome el remedio

a este sueño al repetirse

con lo triste y lo superfluo

en el mundo estando así 

de jodido ya el salir 

de costumbres tan nocivas 

a la par que se reaviva allá mi espíritu.