Era una noche de esas de esplendida luna.
Las aves inquietas se agrupaban en ramas.
Era una noche de esas bella, como ninguna.
Noche para, contar a unos, ciertos dramas.
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Esa noche, con rubor evocaba a mis amores.
Llegaron ante mi, rachas de gozo y de dolor.
Y, justo ahí, me visitaron los viejos temores.
Debo andar con cuidado pensé, con candor.
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Estaba clara de qué ahora, nada me pararía.
No obstante, tristes eventos aún, me dolían.
Yo, sí sabía que, mi Ser amante, no cedería.
No negaré qué, ciertos temores a mi venían.
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¡El amor me dije, está lleno de altos y bajos.
Si vale cada hora de alegría, haré el trabajo!